“EL
ESCUADRON DE LADRONES”
Juan Manuel
Velazquez (LOBO) 08/FEBRERO/2017
Desde la Cueva.
– Hola mis queridos cuais y un beso a todas las Caperusas, ya me sentía asta extraño
de no estar en esta columna ya me parezco a los chupadores públicos.
Pero como
dice mi compa el wicho “telles” como veo doy, en este 2017 busquen la cara de
los servidores públicos que usted mantiene y son los famosos “AVIADORES”
La
definición tradicional de “aviador” es “una persona que cobra sin trabajar”
La
definición tradicional de “aviador” es “una persona que cobra sin trabajar”.
Esa definición, estaremos de acuerdo, se quedó ya en desuso. Si aplicáramos esa
norma habría en los gobiernos más “aviadores” que trabajadores porque una cosa
es ir y otra muy distinta es trabajar. Trabajar, lo que se llama trabajar, es
otra cosa.
Bueno, sí
hay un secretario en el Gobierno del Estado al que le dicen el
Nini, porque ni
entiende ni trabaja, pero eso no es lo que técnicamente se llama un “aviador”.
Habría pues
que agregar que un “aviador” es una “persona que cobra sin trabajar ni asistir
al trabajo”.
Eso se
acerca más a una definición precisa: no sólo no trabaja, tampoco va. Pero de
esos también hay muchos que no hacen nada, nunca se paran en la oficina, pero
desempeñan una función en el sector público; dizque andan supervisando, o peor,
acompañando al “juncionario” mayor. Un secretario del Ayuntamiento de
Ixtapaluca se quejaba de que en realidad su trabajo era de aplaudidor, porque
le mandaban invitaciones a cuanto evento iba el alcalde “ANTORCHISTA” y había
que estar ahí para darle ánimos al “preciso”, con lo cual no le quedaba tiempo
ni de trabajar ni de asistir a la oficina para que, por lo menos, otros
creyeran que sí trabajaba.
Si queremos
entender lo que es hoy en día un “aviador” hay que darle otra vuelta a la
tuerca. Hoy un “aviador” es una “persona que cobra sin trabajar ni asistir al
trabajo y encima ni siquiera le aplaude al jefe ni se cuenta con él para llenar
auditorios”. Eso sí es, mmmmm (guevoneria) noooo mmmm (descaro) nooooo antorchismo. Lo demás es
burocracia.
Pero, la
denuncia sobre “aviadores” que hace el diputado Fernando González en su primer
informe señalando el dedo para el ayuntamiento de Los Reyes La Paz, sin duda,
valiosa. Se animó a tocar un tema que es tabú entre los funcionarios públicos. Pero
recordemos que entre tahúres no se leen las cartas y entre poderes no se
cuentan los “aviadores”. Parte de la mal entendida independencia de los poderes
es la capacidad para hacer corruptelas sin que nadie se meta.
En este
sentido, la denuncia del diputado es importantísima, pero se queda en la nata y
no profundiza la verdadera crisis del sector público, que es cómo ha crecido la
burocracia. Los “aviadores” no son lo peor sino sólo los que dan más coraje.
Pero, peor que los “aviadores” son los estorbadores, aquellos burócratas que sí
van a la oficina y que además quieren hacerse sentir poniendo trabas a cada trámite
porque ésa, y no otra, es su función.
Según las
estimaciones del propio diputado, por cierto muy poco científicas, los
“aviadores” de todos los niveles y poderes le cuestan al Estado unos 720
millones de pesos al año. Vamos a suponer que sea cierto, pero nomás suponer
porque sus cálculos son puras suposiciones, digamos un estimado.
Mi pregunta
de fondo es cuánto nos cuestan los que “sí trabajan”. Cuánto cuestan en días
laborables los permisos atorados, los excesos de papeleo, la falta de claridad,
los dobles o triples trámites, etcétera. El día que sepamos cuánto nos cuestan
los estorbadores (REGIDORES) (PRESIDENTES MUNICIPALES) (DIPUTADOS LOCALES Y
FEDERALES) Y Mas, nos vamos a ir para atrás porque allí está la gran traba de
la productividad del Estado. Por esta ocasión el “gramy” a los aviadores se lo
llevan los “ANTORCHISTAS”. LA EXDIPUTADA CRISTINA GONZALEZ CRUZ Y SUS
ACHICHINCLES Y EL PERREDISTA VICTOR GUZMAN ROJAS Y SU GAVILLA.